La Consola Virtual nació, si no recuerdo mal, allá por marzo de 2007, unos meses después del lanzamiento de Wii en Europa. La idea era (y sigue siendo) ofrecer una biblioteca de grandes clásicos de épocas pasadas a precios reducidos en Wii. La cosa empezó bien con actualizaciones semanales y con grandes títulos que muchos deseábamos volver a jugar. Incluso se atrevieron a traer títulos que, oficialmente, nunca habían salido en territorio europeo como Mario RPG de SNES o el Sin & Punishment original de Nintendo 64. Lo llamaron Hanabi Festival. ¿Qué pudo pasar entonces?

Quizás las ventas de juegos digitales no estaban a la altura de lo que Nintendo esperaba o quizás dejaron olvidada Wii mientras se centraban en su nueva plataforma online, la actual Nintendo Network. Pero lo cierto es que había muchas semanas sin lanzamientos de juegos nuevos en la Consola Virtual.

Después llegó Nintendo 3DS y nos las prometíamos felices. No sólo nos llegaban clásicos de NES, sino que iban a lanzarlos en auténticas 3D bajo el sello 3D Classics. A eso había que sumarle los títulos de Embajadores Nintendo que incluían juegos de NES y GBA. El servicio volvía a estar en forma.

No sé cuántos juegos llegaron a portear a 3D, pero no creo que llegaran a la decena. De hecho ha tenido que ser SEGA la que le pase la mano por la cara a Nintendo, ya que ha sido la third party la que ha remasterizado una veintena de títulos que incluso han sacado en dos o tres recopilatorios en formato físico. Y finalmente la única Consola Virtual que hemos visto en la portátil de Nintendo 3DS ha sido de juegos de Game Boy y de Game Boy Color.

Nintendo ha decidido que todos los juegos de NES, SNES, Game Boy Advance, Nintendo 64 y Nintendo DS salgan en la Consola Virtual de Wii U. Y esto es lo que realmente me ha echado para atrás a la hora de comprar ningún juego de este servicio. Siempre he sido más de sobremesa que de portátil, pero según pasa el tiempo cada vez tengo menos oportunidades de tirarme en el sofá para jugar a gusto. Dependo completamente de la pequeña de Nintendo, que se va conmigo a todas partes, para poder echar pequeñas partidas allá donde voy. La posibilidad de llevar varios juegos instalados en la memoria es otro de los alicientes de irse con ella por ahí. Además, tengo la sensación de que estos juegos de antes encajan más con el concepto portátil que con el actual estilo de consola doméstica. Es por eso que, cuando veo que Yoshi Touch & Go, la saga Mother o Kuru Kuru Kururin aterrizan en Wii U, no pienso ni por un momento en hacerme con ellos, porque si consigo tener una tarde o noche libre para sentarme frente al televisor, optaré por meterme de lleno, por ejemplo, en una aventura de la envergadura de Xenoblade.

El ritmo de lanzamientos y los precios tampoco ayudan, pero es principalmente ese extraño concepto, completamente subjetivo, de lo que apetece en portátil y lo que apetece en sobremesa, lo que terminó por alejarme de esos clásicos que me muero por jugar.