Hay una semana al año (realmente son cuatro cortos días, pero pensar en una semana completa hace que todo parezca mayor) en la que todo se aparca. Se dejan a un lado las figuras, las series, los videojuegos (sí, Pokémon GO, te miro a ti) y uno se pide vacaciones. Es el festival Celsius 232 (El Celsius para los amigos, y somos unos cuantos), que desde su primera edición allá por 2012 se ha convertido en una cita ineludible para los que gozamos de la literatura.
Y digo literatura porque poco importa que esté centrado en el terror, la fantasía y la ciencia ficción. Somos frikis, pero sabemos que las grandes obras no distinguen de géneros. Y puestos a hablar de orgullo, podríamos poner sobre la mesa y en letras bien gordas, la cantidad de genios que han pasado por las charlas en estos años de festival. No los voy a enumerar porque, tristemente, me olvidaré injustamente de más de la mitad.
A lo largo de los años he ido leyendo lo que ha caído en mis manos. Unas veces era fantasía, otras veces género policíaco y otras novela histórica. Quizá es por eso que nunca haya podido conocer ni crecer en torno a los grandes autores que visitan el festival. Pero ¡hey! yo al Celsius voy a aprender.


No hay comentarios:
Publicar un comentario